Ruta 158 y Francisco Muñíz. Río Cuarto. Argentina.

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Un día de pesca en Aluminé

Mis ojos no se movían del agua, la vista era increíble, la espera hacía temblar mis manos y de repente ocurrió la magia, un impulso rompió la tensión superficial y una aleta negra se hizo ver..
Como todos los años el equipo Malalco Fly Shop junto a Mashua EVT preparan los viajes a la Patagonia Argentina. Este año volvimos al norte de Neuquén, el lugar elegido: Aluminé.


En el siguiente texto quiero compartir con ustedes la salida de uno de los días al Río Aluminé. Nos levantamos temprano como todos los días y preparamos el desayuno. Los rayos del sol salían del naciente e ingresaban por los ventanales, calentando el ambiente de la cabaña. Las ganas de volver al río se notaban ya que el día anterior habíamos estado en el Arroyo Malalco y la pesca fue muy buena. En el desayuno planificamos la jornada pactando de ante mano el horario y el lugar del almuerzo.
Afuera de la cabaña se encontraba la camioneta esperando para cargar los bolsos y emprender la jornada de pesca. La bajada seleccionada se halla a pocos kilómetros del pueblo río abajo, es un sector que cuenta con un formato de bajas correderas, piedra en abundancia y remansos, especial para pescar con ninfa y secas en anzuelos pequeños. 


El día mejoraba a cada hora, el equipo seleccionado por Gustavo fue la Caña Fenwick Eagle N°5, reel grey gul serie K4/5, línea Rio Gold, leader número 4x. Por mi parte yo preferí la caña Fenwick HMG N°4, la cual me brinda la posibilidad de utilizar leader 5x de 3 metros y adicionar tippet flúor carbón el cual genera menor resistencia al agua y permite que la ninfa baje con mayor velocidad en aguas rápidas. 

Las aguas bajas mostraban las siluetas de las correderas, las grandes piedras brindaban el refugio justo a las truchas, solo había que hacer derivar nuestras moscas por la orilla de la roca y listo, el pique estaba asegurado. Decidimos ingresar por el río hacia una isla pequeña, ésta nos permitió tirar hacia la costa donde los socavones cubrían a las truchas de los pájaros, hice un par de lanzamientos con una pequeña parachute en anzuelo número 12 y logré mover una pequeña arcoíris. Gustavo por su parte inicio la actividad con una pheasant tail número 12 con bead head, esta elección fue mejor que la mía, logrando así la primera estampida de la mañana, una gran arcoíris que rápidamente mostró su cuerpo en el aire y buscó río abajo. La algarabía se escuchaba por todo el lugar. Ágilmente tomé mi copo y acudí a la ayuda. Luego de una sesión de fotos la trucha volvió a su hábitat. 


Las manos nos temblaban, la emoción corría por nuestras venas y así fue que decidimos tomarnos un momento para compartir un trago. Como todo pescador con mosca, llevamos en nuestros chalecos una rica selección de whiskey. Hago un paréntesis y recuerdo un capítulo de un programa de televisión al cual todo mosquero de 30 años sabrá recordar, “Fly Cast América”, En uno de sus capítulos un señor explica una situación de vida que solo se da en ocasión de un viaje de pesca y lo titula “momento de gracia”, y ahí estábamos, Gustavo y yo, en “nuestro momento”. 


Luego de las risas y un par de recuerdos, cambié a la misma ninfa de Gustavo, pero la suerte no estaba de mi lado. Al instante de volver a la pesca se escucha entre el sonido de la corredera “esaaa” y otra hermosa arcoiris se quería escapar de su caña. Decidí cambiar de lugar e ir una corredera más arriba, buscar en aguas más bajas, el resultado fue instantáneo, dos arcoíris tomaron mi mosca. 
Ya cerca del medio día pensamos en nuestro plan original y cambiamos de lugar para poder almorzar en un sitio más cómodo y cerca de nuestra segunda opción de pesca.  

La curva de la confluencia, lugar reconocido por los pescadores, este sector del río es reconocido por las grandes arcoíris que toman en superficie, invitándonos a afinar nuestros leaders que luego de una ágil y fuerte tomada de una trucha, el corte es inmediato. 


Al instante a nuestro arribo al sector, pudimos detectar unas truchas muy grandes tomando debajo de los sauces, por lo que decidimos pescar desde la orilla. La táctica era simple, agazaparnos para no ser vistos y tirar apenas percibiéramos algún movimiento. Una tenue brisa corría entre las hojas de los sauces, el tronco de un árbol tupido me servía de apoyo. Mis ojos no se movían del agua, la vista era increíble, la espera hacía temblar mis manos y de repente ocurrió la magia, un impulso rompió la tensión superficial y una aleta negra se hizo ver, ahí estaba mi pez. Sin titubeo y con una gran decisión hice un levante y tendido, coloqué la mosca en la zona y como era de esperar la trucha seguía en el lugar, la tomada fue espectacular pero como lo dije en el párrafo anterior, el afinar nuestros leaders hace que en una ágil y fuerte tomada, corte de inmediato.   


Más tarde decidí cambiar de plan, ingresar unos metros en el agua y pescar corriente abajo, las moscas seleccionadas eran Adams en anzuelo número 10, las derivas fueron largas, corregí la línea las veces que fueron necesarias y así pude engañar alguna que otra trucha. Nada se parecía a la ágil trucha del sauce, como siempre decimos los pescadores:  la trucha que se va siempre es la más grande.  

Gonzalo Ponce
 

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